lunes, 19 de mayo de 2008

Control de acceso

El timbre sonó dos veces antes de que Sofía se levantara a abrir, con la laxitud matutina aún pegada a sus músculos. Era un hombre de unos 50 años, pelo cano y barba espesa, vestido con un mono beige con rayas rojas a los lados de las mangas, lo que le daba un aspecto de aviador de los 50.

- Buenos días, señorita. Vengo a instalarle el sistema de control de accesos que ha contratado usted.

Sofía sacudió con disimulo sus piernas alternativamente intentando que el sopor de la noche meditabunda, de sueño esquivo, se evaporase. Le dejó pasar mientras estiraba sus brazos.

- Bien, veamos. Usted quería que le informáramos sobre las alternativas. No sé si ha visto nuestro catálogo, pero contamos con varias posibilidades. El sistema más barato es el de control de huella digital, que puede ser por presión del dedo, o bien con un escaneado a distancia. La ventaja del escaneado es que puede evitar el contacto del dedo, algo que en ciertas situaciones agradecerá.

Sofía no pudo sortear una tenue sonrisa que intentaba no dejar asomar para mantener la pose de seriedad ante su interlocutor.

- ¿Y qué desventajas le ve usted a ese sistema?

- Yo no diría desventajas, pero dadas las especificaciones que nos hizo en su solicitud me temo que este producto podría quedarse un poco, ¿cómo decirlo? Corto para usted. Vamos, que no analiza tan profundamente las, ejem –el aviador carraspeó ligeramente- características que busca.

Sofía asintió levemente para invitarle a seguir. Un pequeño escalofrío se coló por su camiseta y la imagen de unas yemas huyendo de su piel le arrancó el calor que aún mantenía de las sábanas.

- Tenemos también el reconocimiento de iris, que detecta perfectamente ciertas patologías, pero que tiene un margen de error demasiado elevado para garantizar su seguridad.

- Yo pensaba que las miradas no mentían.

- Eso piensan muchos, señorita, pero los ojos saben engañar casi tan bien como las bocas. Y después tenemos el reconocimiento facial, que no le recomiendo porque a usted no le interesan los patrones físicos, por lo que veo en el impreso.

- Parece usted saber bien lo que necesito, así que dígame, qué sistema de control de accesos me recomienda.

El aviador sonrió y Sofía creyó ver que se le arrimaba un poco, acercando un folleto a sus manos casi imperceptiblemente, pero con una cierta firmeza. Observó la foto un momento y alzó la mirada hacia aquel hombre esperando que hablara.

- Pues bien, aquí tiene nuestra última novedad, el Hali 888, el sistema de control de accesos más versátil del mercado. Se basa en el control de aliento, un ligero hálito en la boquilla de apertura, y el detector le hará un informe completo sobre el perfil del presunto intruso.

Sofía echó la cabeza hacia atrás y entornó los párpados, una plúmbea ráfaga los arrastraba hacia abajo. De repente, se sentía muy cansada.

- ¿Y está seguro de que detectará perfectamente los sentimientos de verdad, que podrá encontrar lo profundo, sin etiquetas ni adornos?

El aviador la miró con los ojos muy abiertos y la boca ladeada.

- Señorita, le aseguro que con el Hali 888 ningún intruso se colará en su corazón.
(Fragmento del libro "Suso, hijo, deja los peces" publicado por Todo es Bonito Entertaiment 2008)

20 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin duda demuestras en este cuento, runrun, eso que dijiste a propósito de ser fanática del amor y de la palabra, porque al primero lo interrogas y a la segunda la mimas y depuras.

Un relato inteligente e inquietante, con su punto lírico y su punto disparatado (adoro la ciencia ficción aplicada al amor, anteayer mismo me salió a mí también algo en esta línea, aunque mucho peor).

Me gusta mucho el modo en que manejas el tiempo y la tensión -sutil pero contundente- que emana de tu diálogo.

En fin, que es una chulada... Y bienvenidos sean los intrusos. Hasta nosotros, a veces, somos intrusoso en nuestros propios cuerpos...

Anónimo dijo...

Muchas gracias Elena. Como dice una amiga mía, somos las putas de la palabra (perdonen ustedes pero la expresión es hasta bonita). O sea, que eso es lo que vendemos. Y de eso nos alimentamos.

Así que a usarlas bien no vayan a gastarse.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Elena, bienvenidos los intrusos, muchas veces alegran la rutina diaria...Pero tener un Hali888 para casos de emergencia...no vendría mal. La otra

Cariátides dijo...

Mándame dos de esos Hali 888... uno para la puerta del garage y otro para la de la casa, por si acaso...

¡Me encantó el relato!

Irene dijo...

yo también quiero uno de esos, el más eficaz, con envío express si es possible

Anónimo dijo...

Yo conozco a varios y varias que utilizan artilugios semejantes y eso les ha provocado ciertos cambios. El más importante es una sensación permanente de sentirse el centro del universo. No lo pueden remediar y creen que los demás actuan con el único fin de colarse en su corazón. Ven en los otros y otras artimañas extrañas y movimientos grotescos. Pero, cuando entran en el "sobre" a las noches y escuchan los lamentos profundos del solitario músculo, comprenden que un día más han perdido el tiempo. En fin... vuelvo a mis quehaceres. Como decía Silvio :y yo rápido seco mis botas, blasfemo una nota y apago el reloj, que me tenga cuidado el amor, que le puedo cantar su canción"

dani dijo...

A mí el Hali 888 me deja pasar sin problema...

Anónimo dijo...

Como decía Silvio en esa misma canción maravillosa que cita Txema: "la cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes; los amores cobardes no llegan a amores ni a historias, se quedan allí, ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar"...

Así que, ¡leñe!, desde ya todo el mundo a intrusear en los corazones ajenos y a dejar invadir el propio.

Elena dijo...

Fe de erratas: donde dice "leñe" debería decir "joder" u "hostia".

Olvidé que sois de Bilbao.

dani dijo...

Me quedo con "joder", le añade pasión a la cosa. También podría ser un ".., qué hostias,..."

zirtaeb dijo...

Las cosas que valen la pena no tienen coraza. Seguro que el Hali888 no lleva precinto de garantía, verdad? Hace que te confíes, que te creas que vas pisando seguro, que no hay intrusos y zas! te equivocas. Yo quiero uno pues ;)

PD: qué pasada de relato

Irene dijo...

" qué hostias... pues"

estoy con zirtaeb, yo sigo queriendo uno y, si no, barricada al canto, ¡leñe!
digo... ¡hostias... pues!

Anónimo dijo...

Elena, lo de leñe hay que estudiarlo.Podríamos clasificar a los ciudadanos y ciudadanas por su expresión preferente. Habría partidos políticos y sindicatos de blasfemadores o "expresadoresdesentimientos agritos". Habría registro de la propiedad intelectual de expresiones, etc. Vaya lío que me he hecho. Besos

Anónimo dijo...

Yo, de afiliarme a un sindicato, nunca optaría por uno que tuviera agri... en su nombre.
Elena, me gusta que hayas citado unos versos de Silvio que, me consta, cambian óleos vitales enteros.

dani dijo...

Hola Olga, bienvenida!

Anónimo dijo...

Será porque acabo de leer "2001 una odisea en el espacio" por lo que me pregunto por qué has puesto a la máquina (infernal) "HALI888"? Es coincidencia? O esto funciona como en Perdidos? En realidad todo está interconectado.. TOD@S estamos interconectados. jijji...

Besetes.
Me gusta mucho leeros.

Anónimo dijo...

El nombre viene de hálito, y lo del 8, me entusiasma ese número, no sé si por sus redondeces o por el sonido tan contundente y tierno de la ch. Y quién determina que el número infernal sea el 666...

Anónimo dijo...

¡¡¡Vaya!!! ¡¡¡Para una vez que pensaba estaba entendiendo lo que pasaba en Perdidos!!! ;o)

Anónimo dijo...

de todas formas, efectivamente todos estamos mucho más interconectados de lo que pensamos, seguro que entre tú y yo hay al menos cien interconexiones que se podrían encontrara. Pero a eso se dedica el Hali889.

dani dijo...

Cuando lo explica runrun todo parece más fácil...