Coffee tales
Me encantaba el café de aquel bar, aromático, cremoso, fuerte pero suave a la vez. Durante los años en que trabajé en la embajada acudí fecuentemente, buscando su café, para ojear los periódicos por las mañanas, muy temprano. Fue uno de esos días cuando reparé en aquella pareja; ella era la viva imagen de una de esas actrices que ya no existen, alta y con estilo...¿cómo lo llaman los anglosajones? Ah, sí, charming. Él muy delgado, fumador incansable, vestido casi siempre de negro a juego con sus gafas de pasta. Aquel día no me atraía demasiado la prensa, una migraña reincidente, y jugueteaba con el sobre de azucar perdido en mis pensamientos. Oí una carcajada. Sincera, enorme, con alma de niña de cinco años y cuerpo de una mujer de unos 30. El camarero y yo nos giramos curiosos y la ví; se tapaba la boca con una mano y su mirada decía "perdón, lo siento". No hay nada que perdonar, pensé. Ojalá escuchara más a menudo una risa como aquella. En ese instante él comenzó a recriminarla cariñosamente entre risas y no pude dejar de escucharles.
- ¡Laura, no tiene gracia!
- Tú también te estás riendo.
- Sí, pero no tiene gracia.
La conversación continuó entre risas aunque no oía bien. Hablaban del último ligue de él para regocijo de ella. Más allá de la conversación, sin demasiado interés, me quedé absolutamente prendado de cómo ella le miraba. Sus ojos le acariciaban, confortaban, animaban, bacilaban y reñían a cada momento, reaccionando ante su relato, a la vez que sujetaba una taza humeante y enorme de café con leche. A sus mirada acompañaba de cuando en cuando una voz que casi nunca usaba, limitándose a escuchar y reir casi siempre. Después de aquel día coincidí con ellos apenas dos o tres veces más. En todas ellas se repitió la escena, en todas dejé de leer y les escuché, miré y envidié. Y todavía hoy les envidio. ¿Seguirán siendo los dos mejores amigos del mundo? Seguro que sí, ya lo creo que sí.
- ¡Laura, no tiene gracia!
- Tú también te estás riendo.
- Sí, pero no tiene gracia.
La conversación continuó entre risas aunque no oía bien. Hablaban del último ligue de él para regocijo de ella. Más allá de la conversación, sin demasiado interés, me quedé absolutamente prendado de cómo ella le miraba. Sus ojos le acariciaban, confortaban, animaban, bacilaban y reñían a cada momento, reaccionando ante su relato, a la vez que sujetaba una taza humeante y enorme de café con leche. A sus mirada acompañaba de cuando en cuando una voz que casi nunca usaba, limitándose a escuchar y reir casi siempre. Después de aquel día coincidí con ellos apenas dos o tres veces más. En todas ellas se repitió la escena, en todas dejé de leer y les escuché, miré y envidié. Y todavía hoy les envidio. ¿Seguirán siendo los dos mejores amigos del mundo? Seguro que sí, ya lo creo que sí.
(Fragmento del libro "¡Que sea la última vez que te dejas el gato fuera!" editado por Todo es Bonito Entertaiment - TBE 2008).
Dedicado a la otra.
15 comentarios:
Gracias Dani!! Ojalá sí seamos nosostros los mejores amigos del mundo!! Todos los besos que quieras.
Que suerte tiene la otra.
Las otras siempre tienen suerte...
sobre todo si tienen la suerte de reirse con Dani....
Ya lo somos!
Suerte la mia, por teneros. Muas.
Txema tiene razón, muy afortunada, la verdad que sí. Y reirme siempre, me hace feliz.
¿Y qué me decís (que nadie se ruborice ni se dé por aludido) de ese momento que se produde en algunas amistades, en el que se masca la decisión tácita de no acostarse juntos para no fastidiarla? Podrá sonar monjil o vulgar, pero en algunos casos existe ese momento y es, además, un momento bien chulo, con su punto conservador y su punto suicida.
Bien bonito el post, muy evocador.
"Produce", claro.
Those moments do exist...
Esos momentos mil veces presentes...Qué razón tienes Elena. Y vaya lío mental!!!
No he llegado yo aun a ese momento...
Sera que los hombres nunca pensamos que controlamos la situacion de esa manera.
Mas bien pensamos " y si le digo para acostarnos igual me suelta una tortazo ...!"
Cuanta ventaja nos sacais las mujeres a los hombres, madre mia.
Somos unos panchitos...
Y yo me pregunto dónde puedo seguir leyendo el resto del libro? me quedo con ganas de más.
En breve...
Queda todavía mucha historia; mucho por contar...pero no todo "confesable". la otra
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